Cara a cara Tellado-Gamarra: el bulldog de Feijóo frente a la dóberman de Casado

La noticia comunicativa de esta semana ha sido la elección de Miguel Tellado como nuevo portavoz del PP en el Congreso (punta del iceberg del cambio feijoiano en la dirección del PP). El “bulldog” lo llaman, el “mamporrero”. Creo que la ocasión merece una comparativa entre Miguel Tellado y la anterior portavoz, Cuca Gamarra.

Decidir quien lleva la voz del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados no es una elección cualquiera. Usualmente el portavoz suele encarnar la vibración del líder, el modo en el que quien manda quiere que se comuniquen los mensajes. Por esa razón, seguramente, Tellado y Gamarra coinciden en que ambos son dos son portavoces de trinchera. Son portavoces de tiempos de oposición, de enfrentamientos previstos a cara de perro. En su estilo también hay otros rasgos que los superponen: por ejemplo, que los dos sean exagerados y dramáticos del tipo de “España se rompe”… Desde hace tres portavoces el PP está abonado a ese perfil (no olvidemos a la cítrica Cayetana Álvarez de Toledo).

Pero donde los perfiles comunicativos resultan más claros es rastreando sus diferencias.

En la compostura general

Tellado es expansivo en sus gestos y de contacto espontáneo con los cuerpos de otras personas. Sonreír, moverse, tocar… podría ser su mantra en una primera capa. En cambio, Gamarra es más rígida y retraída en su expresión corporal. Como si se moviera más para adentro que para afuera, como si siempre llevara unas carpetas en sus brazos, frente al pecho, que le impidieran expandirse hacia los demás. Tanta presión provoca que la intensidad expresiva no la vehicule con su cuerpo, sino que tenga que desatarla con el ritmo de su voz y, sobre todo, con los músculos de su rostro.

En la elocución

El ritmo del discurso de Tellado muestra brío en la elocución, tiene el gallego una soltura natural para ir hilvanando mensajes y frases con el sonsonete de unos cascabeles.Gamarra tiene una dicción más entrecortada, una elocución crispada, que hace que sus frases terminen muchas veces arriba, como si tuviéramos enfrente una mano que te amenaza alzándose por encima del cuerpo de quien habla.

En la expresión del rostro

Tellado muestra un rostro afable y es de sonrisa fácil. Cuesta verle un solo músculo facial en sus expresiones, siempre de aspecto redondeado, aunque también asoman unos ojos de tiburón blanco atento a cualquier rastro de sangre en el océano.El rostro de Gamarra es otra cosa… es un rictus continuo. Gamarra es incapaz de no mostrar una dureza granítica en su rostro plagado de tics y de tensiones musculares extrañas, con una sonrisa fingida que se nota que es sonrisa fingida. Parece como si el investigador Paul Ekman, el más conocido de entre los que analizaron las emociones faciales, hubieran ideado su método para descubrir microexpresiones teniéndola a ella como paciente cero. Ekman propone que paremos un vídeo de quien habla en distintos momentos, congelando la expresión -la microexpresión- en un “frame” cualquiera y que veamos qué expresión muestra ese rostro congelado en un microsegundo. En el caso de Gamarra muchas veces el labio superior se retrae y el ceño se frunce en una expresión oculta de ira, de asco o de desprecio.

En el tipo de mensajes

Ambos están acostumbrados a defender mensajes contundentes y duros, pero con una diferencia fundamental. Mientras Tellado disfruta construyendo frases con la potencia de unos titulares de prensa (muchas veces él sabe ya que lo que ha dicho irá en portada de diarios al día siguiente), unos titulares construidos a través de exageraciones y de imágenes, como lo hacía Miguel Ángel Rodríguez o Alejo Vidal Quadras, Gamarra, en cambio, tiñe sus mensajes de acritud y de inquina. Hay una ranciedumbre en sus expresiones verbales que deja en quien la escucha un sabor agrio de yogur pasado de fecha.

«Más allá de las palabras»

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