1. El culpable es quien me ha provocado
El actor Will Smith escucha, en la Gala de los Oscar (un acto público), cómo el presentador hace una broma sobre la apariencia física de su mujer. El señor Smith insulta al presentador, se levanta y le atiza en la cara. Este es el hecho. Luego resulta que se disculpa. Lo hace dos veces. La primera, en la propia gala y la segunda, en un texto publicado en tuiter a las 48 horas.
En su primera disculpa afirma: “He defendido a mi familia” (está claro que de un ataque previo del otro) y lo remata diciendo que el amor “te hace cometer locuras” (la culpa, según él, es de un sentimiento incontrolable).
La segunda disculpa la enmarca con esta primera frase: “La violencia en todas sus formas es venenosa y destructiva”. Esta frase viene a decir que hay que tratar igual tanto el chiste sobre la alopecia de su mujer como el bofetón que él soltó: en ambos casos se trata de violencia. Justifica de nuevo su agresión por una broma que le ha sentado mal. En su texto, la agresión se convierte simplemente en una “reacción emocional”, justificando de nuevo su comportamiento como normal.
2. Perdón, por las formas
Otra manera de pedir falsamente disculpas es centrarse en las formas verbales del comportamiento. Quien lo realiza no se arrepiente de lo dicho, sino que carga las tintas en las formas. “La manera de decirlo no fue la adecuada”, sería la excusa. Sobre el fondo, rectificación cero.
Un caso reciente de lo que digo lo ejemplifican las falsas disculpas que presenta Rufián a sus socios de Junts por haber dicho que el entorno de Puigdemont ha estado durante años intentando pactar con Putin para desestabilizar la democracia española.
3. Perdón, por si el otro se ha molestado
Quien no pide disculpas reales busca subterfugios para justificar sus acciones. Otra de las técnicas usuales es pedir disculpas en condicional. No pido disculpas sinceras por lo que he hecho, porque sé que está mal. Solo las pido porque he visto que al otro le ha sentado mal. La actualidad viene trufada de este tipo de falsas disculpas.
Me he quedado con un caso del jugador del Real Madrid Pepe, que pidió disculpas después de atizar un pisotón a Messi sin balón en juego, solo porque al Messi le había sentado mal su agresión.
4. Perdón, por las consecuencias
La última técnica que trato hoy tiene que ver con las disculpas por los efectos que ha tenido el comportamiento de alguien. En este caso no se trata de decir públicamente que uno se ha equivocado, sino que se piden disculpas por las consecuencias que ha acarreado la acción. Nadie puede creerse realmente las disculpas si se alude a la repercusión que ha tenido entre la gente el comportamiento y no al propio comportamiento.
Un caso paradigmático son las declaraciones, supuestamente compungidas, del primer ministro británico, Boris Johnson, que pidió disculpas hace unos días por las consecuencias que habían tenido entre los ciudadanos sus fiestas en Downing Street mientras imperaba un confinamiento duro sin movilidad. Nada dice sobre su comportamiento.

Disculparse no es justificarse achacando al agredido la causa de la agresión, tampoco lo es tratar solo las formas en la disculpa, no es hacerlas por un condicional y no es apelar a las consecuencias del acto.